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Solemos presentar las fracturas agrupadas de acuerdo a su localización en el esqueleto, por varias razones.
Cada tipo de fractura por fragilidad tiene una edad de comienzo más o menos característica, que está relacionada con la progesión de la pérdida de masa ósea, que es más rápida en el hueso esponjoso y la fragilidad se instala antes en los huesos con mayor remodelación, con mayor contenido esponjoso o su capa cortical más delgada.
Después de la menopausia, la mujer sufre un aceleramiento brusco en la remodelación ósea con balance negativo de 6% que dura unos seis meses, para continuar perdiendo entre 2,4 y 3 % de ahí en adelante.
En asociación con estas características, las fracturas no vertebrales, especialmente las de muñeca, se ven desde relativamente temprano en la mujer posmenopáusica, entre los 50 y 65 años.
Más adelante en la vida, aparecen otras fracturas que muchas veces no son percibidas por las personas, las fracturas vertebrales, que son muy importantes como predictoras de nuevas fracturas y están señalando el avance de un proceso de remodelación descontrolado que conduce a mayor fragilidad.
Más tarde aparecen las temidas fracturas de cadera, a veces precipitadas por caídas, las cuales hay que prevenir a toda costa, aunque también se ha descrito lo inverso, caídas por efecto de una fractura espontánea. La fractura de cadera se hace prevalente cuando la mujer lleva 15 o 20 años en posmenopausia, pero su incidencia es mucho menor cuando las mujeres han recibido terapias hormonales para la menopausia desde lo más temprano posible al llegar la menopausia o bien, cuando no pueden recibir las hormonas apropiadas, cuando se les ha administrado medicamentos específicos para disminuir la osteoporosis, como pueden ser los bisfosfonatos, denosumab, anabólicos o el por ahora desaparecido ranelato de estroncio, que debieramos rescatar por su propiedades especiales.
La prevención de fracturas va en paralelo con conseguir la mejor calidad de vida posible y los menores riesgos futuros enla salud.
Estos objetivos se cumplen cuando las personas consiguen manener un muy buen estilo de vida que consiste en alimentarse con pocos carbohidratos, suficientes vitaminas, manteniendo una masa corporal ideal, recibir suficiente calcio y vitamina D, recurriendo a suplementos cuando las fuentes naturales no son suficientes, y la práctica de ejercicios que fomenten la musculación y estimulen la remodelación ósea con constancia, pero que no sean peligrosos.
Hay edades en que ya no se puede saltar desde ciertas altura o intentar levantar pesos excesivos. A menudo vemos a una abuela con una nueva fractura por haber caído sentada o haber levantado a un nieto más o menos crecido.
Todas las fracturas afectan a la calidad de vida, irrogan gastos, producen limitaciones y además predicen nuevas fracturas.
Además de identificar los estado de insuficiencia hormonal en todas las edades, en hombres y mujeres, proveeer las medidas de protección o reemplazos que sean posibles y necesarias en cada caso, tenemos que tener presente una serie de condiciones que identifican personas con más riesgo de sufrir osteoporosis o tenerla más temprano en la vida. En otro sitio está disponible una lista de factores de riesgo combinando aquellos que se han identificado para osteoporosis y para fracturas propiamente tales. Esta lista fue elaborada por la Socidad Chilena de Endocrinología Ginecológica y está disponible en endogin.org/checklist-osteoporosis.pdf
Muchas de las condiciones que allí se mencionan son enfermedades crónicas que de un modo u otro afectan el esqueleto determinando pérdida de masa ósea, o el uso de fármacos que también pueden afectar.
Otro recurso muy importante es la densitometría ósea, un instrumentos que mide objetivamente la densidad mineral de los huesos, pero tiene indicaciones para realizarla, por regla general, después de los 65 años, a menos que haya factores dn la checlist, caso en que la primera densitometría ósea se adelanta a los 60 años.